Crecí en una ciudad patagónica muy pequeñita que se llama Junín de los Andes. Menos de 15.000 habitantes. Literal, nos conocíamos todos.
En esa época había negocios polirrubro que tenían “de todo un poco” pero si querías algo más específico ya había que encargarlo o inventarlo. Estamos hablando de la era pre-ecommerce, así que algunas cosas directamente “no llegaban”.
Por eso, cuando nos íbamos de paseo a algún lugar más grande, aprovechábamos para pedir los juguetes, juegos y ropa que no se conseguían tan fácilmente en Junín.
En uno de esos viajes nos compraron un juego para el ordenador. No recuerdo el año, pero figúrate que venía en un DISKETTE.
El juego era de miedo.
Había que ir por una mansión gigante recorriendo habitaciones donde te encontrabas con algunos de los monstruos más típicos: vampiros, momias, etc.
Todos daban moderadas ganas de salir corriendo pero el que verdaderamente daba miedo era Frankenstein. Frankenstein era – parafraseando a Isabel Ayuso -, un hijo de puta.
Eso porque era muy rápido y bastante sigiloso. Se hacía el ciego hasta que de pronto te detectaba y ya no había marcha atrás: lo siguiente era un primerísimo primer plano de Frankenstein arañándote la cara.
Con unas uñas que parecían un cubos de Lego, pero igual daba miedo. Por el factor sorpresa.
Después de un tiempo jugando aprendías a darte vuelta periódicamente. A ser medio ninja y prepararte para que no te sorprenda.
Así aprendí que, como a Frankenstein, a las cosas hay que VERLAS VENIR.
Vivimos en un mundo que da bastante miedo. Los cambios tecnológicos, sociales y económicos te pueden pasar por encima como una aplanadora. Todo está en permanente movimiento.
Mi estrategia para “ver venir” lo que me puede afectar es mantenerme informada. A veces lo logro y otras no, seamos honestos.
De todo lo que leo, una parte la resumo y la meto en una newsletter que tiene las 3 noticias más importantes de la semana en lo que respecta a marketing, ecommerce y canales de ventas.
En otra vida fui periodista y productora de TV, así que esta es mi forma de “despuntar el vicio”. Obviamente no pretendo saber todo lo que va a pasar, pero tal vez te salve de algún Frankenstein.
Es gratis y se entrega todos los viernes.
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Asterisco: si no conoces el término “diskette” no te preocupes, la juventud es un mal que se cura con los años.
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