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Vida y obra

Esta página es la menos interesante de mi web, por lejos.

Aún así, entiendo que mucha gente puede querer ver las «credenciales», dónde trabajé y qué hice de mi vida. Pues bien, aquí estamos.

A recapitular.

Nací en un pequeño pueblo de la Patagonia Argentina…

¡Ah no! ¿Tan atrás no era, verdad?

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Más allá de las becas, mi primer trabajo periodístico fue en el 20 Minutos.

Todo empezó en Barcelona en 2013, cuando mis amigas «del máster» y yo decidimos montar un blog de noticias internacionales. Lo llamamos «Goldman Sachs is not an Aftershave» .

En aquellos años estaba muy de moda odiar a los bancos. Ahora también, pero menos.

El blog estaba muy bueno. Esta mal que lo diga yo, pero estaba bueno. Tanto que nos dio el coraje suficiente para presentarlo a los Premios 20 Blogs del 20 Minutos.

Resultado: la petamos. Quedamos primeras.

Eso nos garantizó que el 20 Minutos nos pagara una especie de sueldo (a repartir entre ocho personas) y lo más importante: nos diera espacio en su «menú» de blogs. Buenas viejas épocas.

Cada una fue creciendo en lo suyo, nos distanciamos y finalmente el Heraldo de Aragón compró al 20 Minutos. Se terminó lo que se daba.

Mientras tanto, hice una beca en un canal de noticias y terminé quedando como productora (muy) júnior

Después de vivir en Barcelona volví a Buenos Aires. Me contrataron en uno de los canales más grandes de Latinoamérica, Todo Noticias. Sería lindo decirte que llegué, crecí en seguida, cambié la historia de la televisión o algo así. Pero sería mentira.

Estuve 8 años en los cuales pasé de hacer el graph* de la madrugada a tener un programa a cargo enteramente de mí.

Como era de noche no había muchos jefes despiertos, por eso disfrutaba mucho haciéndolo. Ese programa se llama TN de Noche con Franco Mercuriali. Si me estas leyendo en Argentina, igual te suena.

Fueron ocho años importantísimos en mi vida porque entre esos decorados de cartón conocí a quien hoy es mi esposo y padre de mi hijito.

Me fui con una valija de anécdotas. Viajé con Macri en un ascensor, me saqué una foto con Carlitos Balá y escuché chistes desubicados de Santo Biasatti. Le dije «Hola Susana» a Susana por teléfono.

Pero lo más importante de trabajar en «la tele» fue el entrenamiento. Me enseñó a pinchar con un título, un enfoque o una palabra. A aprender lo sintáctico y lo técnico, sí, pero también a absorber la temperatura de la calle.

Para bien y para mal, cuando estás en un canal de noticias el trabajo consiste en hablar de la pobreza, el hambre y la inseguridad tooodo el día.

Llamar viudas. Visitar comedores.

Hablar con gente que después de casi 30 años de un atentado sigue pidiendo Justicia. Gente que te enseña una cosa o dos sobre la vida y a quienes aprendes a admirar con absoluta sinceridad.

Y por supuesto, para sobrevivir en la televisión también hay que saber negociar.

Si se te ocurrió poner una urna zombie gigante en el estudio porque las elecciones caen el mismo día que Halloween, vas a tener que negociar. Si quieres hacer un gráfico 3D sobre la supertormenta que se avecina, vas a tener que negociar.

Los canales de TV son monstruos que tienen empleados muy proactivos y otros que lo son no tanto. Para lograr que ese tipo que sólo está pensando en su jubilación haga algo por fuera de las actividades «marcadas por el sindicato» es necesario aprender a mover palancas.

Negociar, persuadir.

En el mejor de los casos, simplemente contagiar el entusiasmo.

Además también tienes a los otros: tus compañeros. Con ellos puede haber mejor o peor clima, pero en general son súper trabajadores, formados y amigables. Sé que mucha gente que desprecia la TV no coincidirá conmigo, pero la verdad es que los medios están llenos de personas inteligentes.

De ellos aprendí mucho.

Cuando tuve a mi hijo, la cosa se puso negra.

Mi vida cambió el día que decidimos tener a Isidro.

De pronto las horas tan largas, los horarios locos y hacer reemplazos los fines de semana ya no me hacían tanta gracia.

Unos meses afuera por la licencia de maternidad me hicieron darme cuenta de que vivía por y para el programa. Muy contenta con ello y bastante consciente, pero atrapada en esa rutina.

A eso podemos sumarle la dura situación del país.

Todo fue sumando.

Para resumir, decidimos «probar suerte» en algún lugar del mundo. Más tranquilo y que garantizara un futuro que estimamos mejor para nuestro hijo. Digo «estimamos» porque nadie sabe qué va a pasar en el futuro. Es la verdad.

Por familiaridad, contactos, idioma y porque es una ciudad preciosa, el destino fue Barcelona.

En el momento que escribo esto hace un año estoy trabajando de copywriter, principalmente con dos agencias que me han traído clientela de todos los colores: mueblerías, juguetes eróticos, juegos de azar, softwares financieros.

Me encanta este trabajo pero siento que hay lugar para algo más.

Quiero tener más clientes propios.

Más allá del sector, el procedimiento siempre es el mismo

Investigar al público, entender a la empresa. Analizar qué queremos lograr con el texto. Comunicar con claridad pero buscar al menos una primera frase de impacto porque sin atención no hay nada.

Ponerle un buen título. Un videograph*. Así lo entiendo yo.

Esto sirve para cartas de venta de email, artículos de blog, posteos de Linkedin.

Si hasta ahora no te he espantado con «mis verdades» y te parece que podemos trabajar juntos, mi email es veronica@vero.ar.

*El graph (videograph) es el zócalo que sale en los noticieros.